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lunes, 20 de abril de 2009

Legalizar la marihuana.


COLUMNA PUBLICADA POR EL PERIODICO REFORMA EL DÍA 18 DE ABRIL DEL ACTUAL.
LA AUTORA ES CATEDRÁTICA, PERIODISTA Y CIUDADANA COMPROMETIDA.

Sobre la mariguana
Por Ximena Peredo

El negocio del tráfico de cannabis es rentable en la medida que la hierba es ilegal; el ejemplo de Holanda pone en evidencia que hacerla legal no incrementa el consumo

Montado el tema en el debate internacional por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, conformada por los ex presidentes Zedillo, Cardoso y Gaviria, y escritores como Coelho y Krauze, la despenalización de la mariguana es un tema hoy ineludible.

Tanto, que a principios de esta semana, la Cámara de Diputados organizó el Foro para la Regulación de la Cannabis en México, del que se desprendieron valiosas aportaciones a una discusión histórica.

No es posible que se abran ciertos oídos a este interesante debate si antes no se encaran los mitos que ensombrecen a la mariguana, uno de los productos más populares de la planta cannabis.

Habiendo sido totalmente permitida desde tiempos inmemoriales en regiones y en culturas separadas por continentes, y guardando todavía recuerdos de cuando las abuelas la cultivaban en su jardín para darse friegas con alcohol en sus dolencias, en 1961, la Convención Única sobre Estupefacientes la convierte en ilegal y a todo portador o cultivador en delincuente.

Pero, ¿es que tuvo que prohibirse debido a la ola de criminalidad encabezada por usuarios de la mariguana? ¿Acaso alguien se murió por sobredosis? ¿La medicina a base de la cannabis se encontró peligrosa?

Por extraño que parezca a la ciencia, muchos contestarían afirmativamente a estas preguntas, cuando se sabe que la mariguana inhibe la agresividad, nadie se ha muerto por sobredosis y sus beneficios medicinales consuelan a enfermos de cáncer, glaucoma y esclerosis múltiple.

La mariguana no crea adicción como el tabaco. Podría propiciar una "adicción sicológica", un mote a todas luces mañoso porque adicción sicológica, como lo dice Antonio Escohotado, es lo mismo que hábito o costumbre, tal como lavarse los dientes en su obra La cuestión del cáñamo, Anagrama, 1997.

La mariguana es, además, una droga de la que el consumidor no abusa, salvo personas con problemas sicológicos previos al contacto con la cannabis, quienes tampoco podrán controlarse frente al alcohol.

Otro de los prejuicios más repetidos hacia la mariguana es el temor de que, al legalizarla, todo el mundo se vuelque hacia ella. Siendo Holanda el único país que permite el uso lúdico de la planta, es de subrayar que su consumo interno no ha crecido desde entonces. No todos sienten interés por la hierba, y quienes lo sienten la prueban, aunque sea ilegal. Señal de lo anterior es que en México existen 350 mil usuarios y en el mundo 166 millones.

Estas estadísticas, nada despreciables, me llevan a sospechar la verdadera razón de su prohibición. La prosperidad del negocio del tráfico de mariguana depende de su ilegalidad, de lo contrario los usuarios podrían cultivarla sin que esto representara mayores costos.

Si México es el primer productor de esta planta a nivel mundial, según el World Drug Report, alguien parece estar sacando millonarias ganancias de su ilegalidad, pero ¿quiénes?

Los primeros beneficiados serían los líderes de los cárteles quienes mantienen en bancos extranjeros cuentas millonarias dignas de mención en la revista Forbes.

Benévolos con sus aliados, los capos pagan bien a los gobernantes disciplinados, que serán los últimos en permitir la legalización de la planta, porque con ello se cerraría un poco el grifo de la abundancia.

Al respecto merece la pena señalar la lamentable participación de la Secretaría de Gobernación en el debate, al defender a ultranza una política "totalmente prohibitiva" del cáñamo, cerrando la posibilidad de discutir el punto.

Ojalá que en los futuros debates no se extrañe el argumento de la libertad personal, principio fundacional de las repúblicas democráticas, que sólo termina cuando se lastiman los derechos de terceros.

Las razones que defiende el gobierno para prohibir la mariguana rehúyen a toda evidencia científica y al testimonio holandés, reforzando así los prejuicios y estigmas que pesan sobre la cannabis.

¿Está el Estado mexicano en posición de darnos instrucción moral? ¿Cuántas de nuestras normas han sido creadas para beneficio de unos pocos? Discutámoslo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Alfonso, muy interesante y aleccionadora tu sintesis sobre el origen de la prohibicion del cañamo y las repercusiones actuales de su ilegalidad, el estado actual de las cosas no puede seguir asi.