martes, 25 de junio de 2013
Por qué sí permitir la inversión privada en Pemex
COLUMNA DEL PERIODISTA SERGIO SARMIENTO PUBLICADA HOY EN EL PERIÓDICO "REFORMA"
"Privatizar. 1. tr. Transferir una empresa o actividad pública al sector privado".
Diccionario de la Real Academia
¿Quieren privatizar Pemex?
En el sentido estricto del término, esto es vender la paraestatal a empresarios privados, sería muy difícil. En contraste con el resto de las petroleras del mundo, que ganan y tienen mucho dinero, Pemex registró al cierre de 2012 un patrimonio negativo de 271,066 millones de pesos. Habría que pagar para que alguien se la quedara.
¿Es Pemex una empresa competitiva?
No, no lo es. La paraestatal es excesivamente burocrática y tiene cuando menos el triple del personal que necesita. Exxon Mobil, que registró ventas por 467 mil millones de dólares en 2012, cuenta con 76,900 trabajadores. Pemex vendió 1.6 billones de pesos, o 126 mil millones de dólares, en 2012, pero tiene más de 150 mil empleados (la empresa no da cifras exactas). Pese a este exceso, la paraestatal prefiere subcontratar a empresas y personal externo, lo que le resulta más barato y le ofrece servicios de mejor calidad, aun cuando tenga que pagar desplazamiento al sindicato.
¿Pierde dinero Pemex?
La paraestatal mexicana tuvo en 2012 un rendimiento neto positivo de 2,600 millones de pesos (200 millones de dólares) después de perder 107 mil millones en 2011 y otras fuertes cantidades en años anteriores (en contraste, Exxon Mobil registró utilidades netas por 44,800 millones de dólares en 2012). El bajo rendimiento de Pemex es en parte consecuencia de los altos impuestos y derechos que le cobra Hacienda: 902 mil millones de pesos, o 54.8 por ciento de sus ventas, en 2012. A pesar del rendimiento neto positivo, Pemex registró en 2012 una pérdida integral de 374 mil millones de pesos.
¿Es más rentable el negocio de la gasolina que el del crudo?
No, todo lo contrario. El margen de utilidad del petróleo crudo es muy alto, pero el de gasolina es pequeño o negativo. Pemex Exploración y Producción tuvo un rendimiento neto positivo de 94 mil millones de pesos en 2012; Pemex Refinación perdió 102 mil millones de pesos.
¿Invierte poco Pemex?
No, en 2012 invirtió 310 mil millones de pesos, 18.8 por ciento de sus ventas totales. No es una mala cifra, pero no le ha permitido revertir la caída de su producción.
¿Es Pemex una empresa sana?
No, la empresa tiene una elevada deuda de 787 mil millones de pesos. A esto hay que añadir 220 mil millones de pesos de otros pasivos. La reserva para beneficios a empleados, que debe cubrir el pasivo de pensiones, asciende a 1.3 billones de pesos.
¿Qué ganaría Pemex con una apertura?
Los inversionistas privados aportarían nuevas y más exitosas tecnologías y capital particularmente para las operaciones de aguas profundas y en campos de lutitas. Pemex podría concentrar su capital en los proyectos más rentables, ya sea sola o en coinversión. Las empresas privadas podrían invertir en los cientos o miles de pozos viejos cuya explotación no es rentable para Pemex pero sí para empresas pequeñas. La inversión privada es necesaria también para la construcción de ductos de gasolina y refinerías.
¿Cuántos países del mundo tienen monopolios como el de Pemex?
Solamente Corea del norte. Tanto en Cuba como en Venezuela operan empresas privadas bajo régimen de concesión. En Arabia Saudita y en Kuwait las empresas estatales tienen coinversiones con firmas privadas. Statoil de Noruega y Petrobras de Brasil también permiten la inversión privada. En Estados Unidos y Canadá toda la inversión es privada. Los inversionistas pagan regalías a los gobiernos, que reciben dinero sin correr ningún riesgo de pérdidas.
AMLO
Dice AMLO que no se necesita una reforma de Pemex: basta con eliminar la corrupción. Combatir la corrupción es, por supuesto, indispensable. Pero la corrupción es en buena medida producto del carácter monopólico de la paraestatal.
lunes, 24 de junio de 2013
Dos visiones sobre un mismo tema: abrir o no Pemex a la inversión privada
Texto de Germán Martínez Casarez (a favor):
Privatizar Pemex, ¿por qué no?
Germán Martínez Cázares
24 Jun. 13
La derrota de una reforma a Pemex empieza por rendir y silenciar a las palabras que la definen. No es modernizar, no es fortalecer, no es ampliar su productividad, no es eficientar, ni mejorar su competitividad; no, no es ninguno de esos eufemismos; la reforma a Pemex, la que el país necesita, es privatizar una o varias actividades que hoy realiza el Estado; es decir, permitir que manos privadas hagan lo que la Constitución autoriza hacer, sólo y exclusivamente al sector público.
Los anteriores intentos de reformar la Carta Magna mexicana en materia de hidrocarburos encallaron justamente por no resguardar esa palabra: "pri-va-ti-za-ción", expresión que la demagogia y el facilismo de la izquierda mexicana han conseguido ligar con "regalo" o "robo" del petróleo. Pero también esa voz no ha sido protegida por quienes, ahora, sostienen la utilidad pública de la inversión privada en Pemex (PRI); o peor, por quienes se espera de ellos, defiendan la propiedad privada (PAN).
Las batallas políticas son más sencillas de ganar, cuando antes se ha triunfado en la batalla cultural, por eso no se pueden "regalar" a los adversarios ni las palabras definitorias de la reforma, ni tampoco las interpretaciones históricas.
El trámite legislativo para permitir la entrada de capital privado en Pemex cabalgará contra el mito histórico de la "nacionalización petrolera" de 1938. El PRI pagará con sangre, sudor y lágrimas, haber elevado durante medio siglo a los altares al presidente Lázaro Cárdenas, arquetipo, tótem, paradigma, ejemplo y modelo del político mexicano. Ese "Presidente ejemplar", "padre bueno", "nacionalista inmaculado", "encarnación del bien nacional", y las miles de plazas y calles que llevan su nombre en todo el país, los textos escolares acríticos con su mandato, jugarán contra un Pemex libre y fuerte en el mercado. Por su parte el PAN, arrastrará la vergüenza de asociarse en las coaliciones electorales con el PRD, portavoz fiel de la ilusoria ecuación: Pemex nacionalizado igual a país soberano.
La reforma a Pemex es gigantesca; es derrumbar esas estatuas abstractas de Lázaro Cárdenas que todavía tienen algunos mexicanos en sus cabezas (como vimos rodar las de Lenin después la era soviética). Semejante hazaña no merece rodeos retóricos para señalar abiertamente el fin de la reforma y admitir sin simulaciones que a Pemex le urge para mantener la riqueza nacional energética, el dinero privado.
Hoy, impedir a inversionistas privados ayudar a Pemex a explotar nuestro petróleo equivale a amenazar literalmente la soberanía; es decir, sin recursos de la iniciativa privada, la capacidad de disfrute de las riquezas naturales del país será menor.
No es un pecado defender la propiedad. Privatizar no es entregar gratuitamente, ni ofrendar sin costos ni gravámenes al capital privado la exploración, producción o refinación del petróleo; o abrir la oportunidad a explotar las reservas de roca lutita (shale gas).
La propiedad es condición de prosperidad y elemento de responsabilidad en un mundo de riesgos y competencia. Propiedad, por tanto, equivale a independencia, quienes no quieren a Pemex privatizado en alguna de sus áreas, no lo entienden emancipado de la tutela burocrática-gubernamental que lo asfixia, y según muchos expertos, es ineficiente para aprovechar correctamente ese patrimonio nacional.
Los bramidos antirreformadores de López Obrador ya se escucharon. Buscará resucitar y construir otra candidatura presidencial sobre las ruinas de Pemex. Acosará con la "maldita" palabra, "privatización", a la reforma, pero sin dar un dato, una cifra, una experiencia internacional que valide sus quimeras.
El presidente Peña se juega su sexenio en esta carta. Un "pemexazo" donde naufrague la reforma, convertirá a su gobierno en caricatura. Empezó errático porque no era el tiempo (no hay iniciativa, ni el Congreso está sesionando), ni era el lugar (¿Londres?) para abrir el debate. Pero no valen los pretextos, el país no puede estar sometido la mentira de que privatizar es saquear. Privatizar es progresar desde la libertad.
TEXTO de Marcelo Ebrard en contra:
Marcelo Ebrard Casaubon: El debate indispensable con el Presidente Peña
Colaborador Invitado
24 Jun. 13
Como muchos mexicanos, me he enterado de las declaraciones que ha hecho el presidente Peña Nieto en Londres, en el marco de la reunión de países del G8, en el sentido de que la reforma energética incluiría "cambios constitucionales necesarios para dar certidumbre a los inversionistas privados". Esto implica, sin duda, la reforma al artículo 27 de la Constitución.
El ha expresado también que la necesidad para "liberalizar" el sector de gas y petróleo "ya ha sido acordado en el marco del Pacto por México". Sin embargo, en nuestro país y ante los mexicanos, el presidente no lo ha hecho. No se nos ha informado lo que ha dicho. No ha explicado aquí su proyecto.
Todos debemos exigir que lo haga. Si ya decidió sobre el modelo a seguir respecto a los hidrocarburos, principal activo de México, debemos saberlo y debatirlo.
La reforma energética es un asunto mayor y de gran trascendencia estratégica e histórica. La transformación de Pemex y el artículo 27 constitucional merecen un debate público, informado, serio y profundo en nuestro país. Por eso he invitado al presidente a un debate sobre el tema.
¿Pemex necesita un cambio? Claro, pero hay que preguntarnos qué tipo de cambio y por qué está Pemex así. Si se modifica el artículo 27 iríamos a un régimen parecido al de la minería -de inversión privada- en el que se aporta poco vía impuestos y se generan empleos mal pagados. Conminaría al Presidente Peña a revisar la iniciativa que presentó su propio partido recientemente respecto a la minería y su contribución al erario público. Se puede contrastar la situación actual en la que Pemex aporta el 70% de sus ingresos al erario, frente a la minería -en manos privadas- que aporta mucho menos.
Ante la postura de Peña, hay que analizar qué privatizaciones fueron exitosas en México y cuáles no, ¿el que haya capital privado nos asegura que mejorará todo? Una de las razones que esgrimió Lázaro Cárdenas, al expropiar la industria petrolera en 1938, fue precisamente que las empresas privadas no provocaron mejoras extraordinarias, conocimientos, ni tecnología. ¿El mejor paradigma a seguir es el de la apertura total? Aunque países insignia como Brasil y Noruega tienen participación privada, mantienen una empresa pública con fuerte control en las decisiones. Arabia Saudita y Kuwait tienen mayor regulación. ¿Existen y puede haber compañías estatales eficaces, eficientes y económicamente productivas? La evidencia nos dice que sí.
Pemex ha estado sometida a reglas fiscales que ninguna otra empresa pública o privada tiene. Es la 2a. empresa petrolera en el mundo con más utilidades, antes de impuestos, y sus ingresos van a parar a las arcas de Hacienda. En otras palabras, Pemex produce recursos que representan el 40% del ingreso público. ¿Queremos compartir la renta petrolera? No, porque sería el camino más costoso para conseguir recursos, pero Peña piensa que sí.
Pemex podrá tomar sus propias decisiones de inversión, endeudamiento y administrarse como empresa con criterios de eficiencia, si proponemos cambios para incrementar su autonomía presupuestal y de gestión, será más ágil, transparente y le será más fácil sortear sus retos de desarrollo organizacional y humano.
Más aún, si cambiamos, de una vez por todas, el régimen fiscal en México, para que quienes tienen más paguen proporcionalmente más, Pemex podría invertir lo necesario. Se estima en 150 mil millones de pesos la inversión imprescindible. Una reforma progresiva es lo que México necesita para poder liberalizar en verdad a Pemex.
De lo que se trata entonces es de definir y decidir una dirección estratégica para Pemex, porque de hecho, va implícita la ruta y el destino que se quiera para México. Por ejemplo, ¿por qué no hemos invertido como país en nuestra industria naviera, si los recursos principales están en aguas profundas?
¿Es inevitable la inversión privada en exploración y producción en aguas profundas y en shale rock, y en refinación? ¿Por qué ceder parte importante de la renta petrolera a corporaciones privadas si el potencial en estos lugares es enorme? ¿Acaso no producimos ya en aguas someras y profundas? ¿Es posible potenciar la inversión pública, nuestras capacidades y tecnología? Yo opino que sí.
Sorprende el argumento de Peña para sustentar el cambio constitucional: no tenemos recursos (discutible porque el precio del petróleo pasó de 8 dólares en 1997 a 100 dólares en 2013) y no tenemos, ni podremos tener, tecnología propia (aunque dos terceras partes de la producción de petróleo hoy es en aguas someras a 500 metros de profundidad). El presidente casi pide un acto de solidaridad al G8: ni tenemos ni podemos. Así pasaríamos de 1938 al 2013, de la dignidad a la conmiseración.
La propuesta de Peña es un error estratégico. Urge debatirlo y urge evitarlo.
sábado, 8 de junio de 2013
Más allá de "Chungas" Fox tiene razón.
Fox tiene razón
Jaime Sánchez Susarrey
8 Jun. 13
Fox no se equivoca. Las razones para legalizar (o regularizar) la producción, distribución y consumo de marihuana son de orden racional, pero también de simple sentido común
El estilo y el tono no son nuevos. A muchos les molestan. Pero en 2000 fueron muy exitosos. Lo llevaron a Los Pinos. Nadie ha olvidado "el mariquita" y "mandilón" que le endilgó a Francisco Labastida durante la campaña por la Presidencia de la República.
Ahora, Vicente Fox ha hecho una declaración que levantó ámpula. No sólo se pronunció por la legalización de la marihuana, sino a pregunta expresa: ¿usted le entraría a este negocio? Respondió: "Una vez que sea legítimo y legal, claro, soy agricultor, puedo hacerlo, sí; el día que sea legítimo y esté aprobado como una industria, productores de todo tipo pueden participar".
Eso bastó para que López Obrador, el mocho mayor de "las izquierdas", como ahora se dice, condenara tajantemente al ex presidente: "Nunca había habido un presidente con tanto desparpajo y tan irresponsable como Fox, quien se dedica a promover la venta de marihuana".
Más allá de las estridencias, que lo son porque irritan a las "buenas conciencias", como el "rayito de esperanza", Fox no se equivoca. Las razones para legalizar (o regularizar) la producción, distribución y consumo de marihuana son de orden racional, pero también de simple sentido común.
Porque nadie, con tres dedos de frente, puede cerrar los ojos ante lo que está ocurriendo del otro lado de la frontera y, menos aún, negar el impacto que todo eso tendrá en México, América Latina y el resto del mundo.
La marihuana tiene un uso medicinal científicamente comprobado. Pero además, por si hiciera falta una prueba adicional, decenas de miles de estadounidenses la utilizan diariamente con ese propósito. Por eso en 18 estados de la Unión Americana, más el Distrito de Columbia, sede federal, donde se encuentra Washington, está legalizado su uso medicinal.
Pero no sólo eso. Los estudios científicos más serios (notablemente el de Nutt, King y Phillips en Gran Bretaña), sobre los daños que ocasionan las diferentes drogas, muestran que la marihuana es mucho menos nociva que el alcohol y el tabaco.
Las cifras hablan por sí mismas: según estimaciones de organizaciones de salud, mientras que por tabaquismo mueren 5 millones de personas y por alcohol 2 y medio millones anualmente en el mundo, por el consumo de marihuana no se registran decesos.
De hecho, esos fueron, en parte, los argumentos que se esgrimieron en los estados de Colorado y Washington para abogar por la legalización de la marihuana con fines recreativos.
Vale, por lo mismo reiterar, que más allá del impacto real que tendrá en México la legalización de la marihuana con fines recreativos o medicinales, los argumentos y los hechos que respaldan esa propuesta, ya en marcha, son racionales y tienen fundamento científico.
De lo que se puede concluir que el proceso de legalización de la marihuana en Estados Unidos con fines medicinales o recreativos seguirá su marcha inexorablemente. La pregunta, en consecuencia, no es si habrá o no más estados que se sumen a Colorado y Washington, sino cuántos y a qué velocidad.
El propio gobierno de Obama ha adoptado una posición más que prudente ante este proceso. En diciembre del año pasado, a pregunta expresa de Barbara Walters sobre la legalización en Colorado y Washington, el presidente respondió que su gobierno tenía otras prioridades que perseguir a los consumidores en esos estados.
Y más recientemente, William Brownfield, subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos, dijo que legalizar la cocaína, la heroína, la metanfetamina, y las drogas sintéticas constituiría cruzar una "línea roja" para Washington.
Pero curiosamente, como lo advirtió Mark Kleiman, Brownfield dejó la marihuana de este lado de la "línea roja". Lo que es particularmente llamativo si se toma en cuenta que según la clasificación de la DEA (y la ONU) la marihuana está en el nivel peligrosidad 1, junto con la heroína.
El giro y la prudencia de la Casa Blanca son fácilmente explicables. Aplicar la ley a rajatabla en 18 estados y Columbia para prohibir el uso de la marihuana con fines medicinales es imposible. Pero es igualmente complicado hacerlo en los estados de Colorado y Washington, dado el sistema federal estadounidense.
A lo que hay que añadir un dato crucial. Según Gallup, el 52 por ciento de los estadounidenses está ya a favor de la legalización de la marihuana. Y ese porcentaje se acrecentará conforme pase el tiempo porque las generaciones más jóvenes reemplazarán a las más viejas.
Por otra parte, en América Latina el movimiento a favor de la legalización de las drogas también avanza. Ahí está la reciente resolución de la OEA, que favorece la apertura de un debate sobre la estrategia prohibicionista, y el impulso que le han dado los presidentes Santos (Colombia), Pérez Molina (Guatemala) y Mújica (Uruguay).
Al respecto, el dicho de Juan Manuel Santos sigue siendo preciso y puntual: cómo explicarle a un campesino que deberá ir a la cárcel por cultivar marihuana, si en Estados Unidos se está convirtiendo en una actividad legal.
Ante este panorama, que es complejo pero muy claro en sus tendencias y consecuencias, el gobierno de México ha adoptado una posición obtusa y conservadora. Nadie esperaba que el nuevo secretario de Relaciones Exteriores se convirtiera en adalid de la legalización de la marihuana. El pragmatismo obliga.
Pero tampoco era ni es necesario que se atrinchere en una posición conservadora, que desde el inicio condena la despenalización de las drogas. El alineamiento ciego con Estados Unidos no es la mejor receta. Y menos aún, cuando el fracaso del prohibicionismo es evidente y el mismo gobierno de Obama está adoptando una posición prudente y pragmática.
Vicente Fox tiene razón. Es hora de abrir el debate y efectuar un giro. México y América Latina han pagado un precio demasiado alto por prácticamente nada.
jueves, 6 de junio de 2013
Acerca del inoperante "hoy no circula"
Texto del Profesor Héctor Riveros
Investigador de la UNAM
La Secretaría del Medio Ambiente SMA del GDF insiste en aplicar el Hoy No Circula HNC con el pretexto de frenar el crecimiento del parque vehicular en la Zona Metropolitana del Valle de México ZMVM. Se supone que el ser humano aprende de sus errores, pero la SMA no es humana. En 1989 cuando se aplicó el HNC toda la semana, se dijo que era para reducir la contaminación del aire. Aunque la SMA calculó reducciones en las emisiones, la contaminación en el aire se mantuvo igual antes y después de su implementación. Los cálculos de la SMA están equivocados por una razón muy simple, no toma en cuenta que las personas que deja sin coche no se quedan en su casa. Se olvida de sumar las emisiones causadas por el uso extra del transporte público que contamina más que los coches particulares. Los microbuses y taxis, medidos con sensor remoto por la SMA, contaminan varias veces más que los particulares. Si se quiere reducir la contaminación la medida más efectiva es obligar a estos transportes a emitir menos que los particulares.
Para aplicar el HNC sabatino el GDF quiso aplicarlo a todos los vehículos y le pagó al Clean Air Institute CAI un estudio recomendando sacar a todos los coches de circulación. Ni el CAI ni el GDF se dieron cuenta que eso iba a incrementar la contaminación. En 1989 no había convertidores catalíticos, todos contaminaban parecido, pero sacar de circulación a coches mucho menos contaminantes que los públicos tenía que incrementar la contaminación. Gracias a que El Reforma hizo publica esta predicción, el HNC sabatino no se aplica a los coches nuevos. La predicción cambió a que no habría reducción en la contaminación. La SMA predijo una reducción en las emisiones 5 veces mayor que la predicción del CAI, a pesar de que eran mucho menos coches los sacados de circulación. Una vez más el aire no le hizo caso a la SMA y la contaminación no bajó los sábados.
Ahora nos quieren vender la misma equivocación del HNC con el pretexto de evitar que crezca la flota vehicular. Exentar a los coches nuevos de los HNC es reconocer tácitamente la ineficacia del HNC, era corregir sin tener que reconocerlo. Es fácil predecir que si aplican el HNC a los coches nuevos se va a incrementar la contaminación; y se van a vender más autos para tener en casa dos vehículos, con al menos uno circulando. Nos esperan los peores embotellamientos en la ciudad, va a crecer más el parque vehicular. Frenar el crecimiento de la flota vehicular requiere la colaboración de los ciudadanos, tienen que convencernos de las ventajas de vivir cerca del trabajo, utilizar las escuelas cercanas y de que el transporte público es mejor. Pueden comenzar por comprar más trenes para el Metro, para reducir los empujones a las horas pico, más personas lo usarían.
martes, 4 de junio de 2013
¿Hoy no circula? Hoy no se piensa.
Sergio Sarmiento
4 Jun. 13
"El Hoy no Circula... fue contraproducente... porque aumentó el número de vehículos".
Luis Donaldo Colosio, 1994
Uno podría pensar que los funcionarios públicos aprenderían de la experiencia, pero no en México. Lo anterior queda de manifiesto con la propuesta de la secretaria del Ambiente del Distrito Federal, Tanya Müller, para aplicar nuevamente el Hoy No Circula a los vehículos nuevos.
El programa, que introdujo inicialmente Manuel Camacho Solís en 1989, disminuyó durante un tiempo la contaminación, en parte porque se mintió a los ciudadanos, a quienes se les dijo que sería temporal, y en parte porque se tomó desprevenida a la sociedad. Después de algún tiempo, sin embargo, los capitalinos asumieron la conducta lógica para defenderse de la autoridad y compraron y mantuvieron vehículos adicionales para transportarse cuando su auto principal no circulaba.
Luis Donaldo Colosio, entonces candidato a la Presidencia de la República, reconoció el fracaso en una entrevista con José Gutiérrez Vivó el 9 de marzo de 1994. "Tenemos necesariamente que analizar y erradicar demagogias como, por ejemplo, en el Hoy No Circula, que fue contraproducente, a mi juicio, porque aumentó el número de vehículos circulando en la Ciudad de México, y esto todo el mundo lo sabe".
Efectivamente, el Hoy no Circula se convirtió en un enorme incentivo para la adquisición de vehículos. Sus beneficios iniciales se borraron con rapidez. Mucho más ayudó a reducir la contaminación un programa posterior que exentaba a los vehículos con convertidores catalíticos.
La propuesta de la secretaria Müller procede de una cultura autoritaria que considera que las mejores soluciones a los problemas sociales son las restricciones a los ciudadanos. El auto privado es un símbolo conspicuo de riqueza que debe castigarse. Quienes comparten esta visión no entienden que para cientos de miles que tienen que llegar a tiempo a sus trabajos, llevar a la escuela a sus hijos o hacer visitas a clientes, el auto es un indispensable instrumento de trabajo e incluso de supervivencia. No entienden tampoco que cientos de miles de personas de la tercera edad o discapacitados no pueden subirse a una bicicleta o a un microbús en marcha.
El gobierno de la Ciudad de México ha dedicado una enorme cantidad de dinero para hacer obras para vehículos privados, muchas de las cuales han resultado contraproducentes. Ahí están como ejemplos el deprimido de Constituyentes o el distribuidor vial de Río Mixcoac, que en lugar de agilizar la circulación la han dificultado. El gobierno permite, además, manifestaciones y bloqueos de calles, paradas de microbuses en el arroyo, mercados sobre ruedas y demás formas cotidianas de bloquear el tránsito.
Mejorar el transporte colectivo sería la forma lógica de convencer a una parte de la población de dejar voluntariamente el auto en casa. Ésta ha sido la manera en que muchas ciudades del mundo han resuelto sus problemas de tránsito y de contaminación. En la Ciudad de México, sin embargo, el transporte público es insuficiente, congestionado y peligroso. Mientras el gobierno ha gastado enormes cantidades de dinero en vialidades, y ha recurrido con imaginación al régimen de concesión para que empresas privadas hagan algunas de estas obras, ha mantenido políticas medievales para el transporte público que han reducido la calidad o han impedido que servicios como el del Metro, descapitalizado de manera sistemática, se extiendan a toda la ciudad.
La prohibición a la circulación de autos nuevos una vez a la semana no tendrá hoy resultados distintos a los de hace 25 años. La Ciudad de México sufrirá un aumento del parque vehicular... y un mayor deterioro de su calidad.
·MENOS EMPLEOS
Cada medida regulatoria como el Hoy No Circula que disminuye la competitividad de una entidad se traduce al final en pérdida de empleos. Los políticos tienen suerte de que los ciudadanos no se den cuenta de la prosperidad que les cuesta la falta de conocimiento económico de los políticos.
Twitter: @segiosarmient4