Ayer domingo diecinueve concluyó el Décimo Congreso Nacional del PRD que estuvo caracterizado por la división, la chapuza y el escándalo no obstante que en su sesión inaugural el autodenominado “presidente legítimo” llamó a la unidad, pretendiendo ignorar las pugnas internas entre las tribus de ese partido. Enfrentamientos verbales, tomas de tribuna, más votos que delegados, empujones, forcejeos e insultos caracterizaron este congreso que, como epílogo elocuente de la sinrazón que los anima, concluyó, en voz del coordinador de ese partido en la Cámara de Senadores, Carlos Navarrete, conque no permitirán que el Presidente Calderón ocupe la Tribuna del recinto de San Lázaro el próximo uno de Septiembre. Falta ver si los demás partidos los secundarán. Por lo pronto queda claro que lo que pudo ser un partido de izquierda, una auténtica opción política en el contexto democrático de nuestro País, ha quedado convertido, merced a su propia miopía, mezquindad y al “liderazgo” de un político resentido y autoritario, en un alebrije que no es ni partido, ni de izquierda, ni democrático. Los resultados electorales hablan por sí solos. De 2006 para acá ni una sola elección ganada.
lunes, 20 de agosto de 2007
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