Hace dos días el secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño declaró, refiriéndose a la lucha antinarco que "se ha debilitado al narcotráfico". Más allá del optimismo es necesario reconocer que no solamente en México sino a nivel mundial la lucha contra las mafias del narco es una guerra perdida. Es un negocio tan redituable que les brinda a los narcotraficantes la posibilidad de corromper a todos los niveles y de armarse y organizarse mejor que cualquier gobierno, con el añadido de que su operación es clandestina. Ante las voces que pugnan por la despenalización del tráfico y consumo de drogas surgen las que nos alertan de la peligrosidad de su consumo. Ciertamente la despenalización no acabará con el consumo pero sí permitirá desmantelarle a las mafias el negocio. Tarde o temprano, esa será la única solución.
Pero el problema es que esa solución no le conviene al gobierno, que también se lleva una lana de todo lo que sale de allí.
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