miércoles, 28 de septiembre de 2011

Defendiendo la vida


Mientras le tomaban las fotos de frente y perfil haciéndole sostener la placa con el número, por su mente desfilaban todos sus miedos, previos y actuales. Le había aterrado perder su trabajo como le sucedió a Magda quien fue despedida de la fábrica por haber quedado embarazada. ¿Qué sería de ella pero sobre todo de sus tres hijos, el más pequeño de dos años apenas si quedaba desempleada?.Como madre soltera ella era el único sostén de sus pequeños.Recordó el miedo de muerte que sintió cuando fue violada tumultuariamente esa fatídica noche en que se quedó a trabajar horas extras. El miedo y el asco que el olor que despedían sus victimarios, a alcohol, sudor y fiambre le provocaron. Después la vejación del ministerio público y el infamante examen que el médico legista realizó en presencia de funcionarios y agentes.Cuando nació el fruto de esa agresión ella entendió que la criatura era ajena a la maldad humana que le dio origen y lo acogió con verdadero amor. Conoció después a Alfredo y con él llegó el segundo y luego el tercero pero nunca pudo evitar la furia rencorosa de su pareja que cada vez con más frecuencia le echaba en cara su violación como si ella hubiera sido la responsable, hasta que un buen día se largó para no volver. El miedo que sintió ante el reto de sacar adelante a sus criaturas. El miedo que le agobió al saberse de nuevo embarazada. Nunca usó anticonceptivos, el cura siempre le decía en confesión y lo reiteraba en el púlpito que eso era pecado, que la vida es un don sagrado, que las relaciones son para procrear, que...Cuando supo que tendría una boca más que mantener y que cuidar, que quizá la corrieran como a Magda, que no iba a tener ni para poder parirlo, fue cuando decidió interrumpir su embarazo. Como no tenía para pagar al médico de "Los Arcos" que todos en el pueblo sabían que era "mata cigüeñas", hasta el alcalde, -se rumoraba que a la hija del Gral Cifuentes, el alcalde del pueblo le había sacado un hijo- decidió ir con una comadrona que hacía esos trabajos y que le recomendó su vecina Santiaga. El miedo que sintió cuando el ardor desgarró sus genitales y el terror cuando recuperó el sentido en un lote baldío, en un santiamén y en un charco de sangre. Habría tenido tiempo de sentir y recordar más miedos pero la voz de la celadora ordenándole avanzar hacia las galeras la devolvió al miedo actual. Quince años en prisión por abortar. ¿Qué va a ser de sus hijos, sus hijitos que fueron a dar al DIF estatal?.

ALFONSO ROMERO

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