martes, 10 de diciembre de 2013
El culto pagano al petróleo
Dogma del petróleo
Por Sergio Sarmiento
"Antes teníamos un monopolio en bancarrota. Hoy Petrobras es un orgullo de los brasileños".
Luis Inácio Lula da Silva
NUEVA YORK.- Mientras en el Senado mexicano se intercambian posiciones retóricas o los legisladores se mientan la madre, la producción mexicana de petróleo declina. En cambio en Estados Unidos, donde cada individuo es dueño del petróleo en su propiedad, la producción está aumentando al mayor ritmo del mundo.
En México la producción de crudo ha pasado de 3.4 millones de barriles diarios en 2004 a 2.5 millones en 2013. En Estados Unidos, por primera vez en mucho tiempo, en octubre de 2013 la producción nacional, 7.7 millones de barriles diarios, fue superior a las importaciones, 7.6 millones. La Energy Information Administration (EIA) considera que en 2014 la producción estadounidense aumentará otro millón de barriles diarios.
La bonanza petrolera estadounidense es consecuencia de una mayor producción de petróleo de formaciones de lutita o esquistos, shale oil, como se llama en inglés. La extracción se realiza con un proceso llamado fractura hidráulica, fracking, que implica inyectar grandes cantidades de agua y químicos a estas formaciones minerales. En la Unión Americana la gran flexibilidad para invertir e innovar ha permitido extraer no sólo petróleo sino también gas de lutitas. En México los yacimientos de estas formaciones ni siquiera han empezado a ser explotados.
Los estadounidenses obtienen mayores beneficios de la explotación privada de hidrocarburos que nosotros del monopolio de Pemex. Las petroleras pagan impuestos. Las comunidades se benefician de la derrama económica. Las pérdidas, cuando las hay, no las pagan los contribuyentes. El sistema es competitivo y se ajusta según las condiciones de mercado. No enriquece ni a políticos ni a líderes sindicales. Genera precios menores en los combustibles sin necesidad de subsidios.
En México solamente se debaten los dogmas de una religión. La clase política le rinde un culto pagano al petróleo. Es más importante el control de un monopolio gubernamental que la inversión, la producción o el beneficio a los mexicanos. Nuestros políticos se niegan a aceptar que las limitaciones a la inversión son la razón fundamental por la que ha caído la producción de crudo y por la que nos vemos obligados a importar gasolina y gas natural.
La propuesta de reforma en México es en realidad bastante modesta. No incluye concesiones que permitan a las empresas productoras registrar reservas en sus libros y obtener financiación para su explotación. Da poderes excesivos a Pemex, que sigue teniendo el control de todo el petróleo extraído. La reforma permitirá la operación de grandes petroleras, las que tienen capacidad para trabajar en aguas profundas, pero no de las pequeñas que se especializan en los yacimientos mucho más pequeños de lutitas.
En todos los demás países vemos operaciones privadas en la industria petrolera. Incluso Venezuela y Argentina, con sus gobiernos populistas, o Cuba y Corea del norte, con sus sistemas comunistas, aceptan la inversión privada en petróleo. La paraestatal brasileña Petrobras pasó de ser un monopolio gubernamental ineficiente y con pérdidas para convertirse, tras la apertura, en una empresa de clase mundial.
Estados Unidos es actualmente el país con mayor crecimiento en producción. A pesar de que hace mucho tiempo que no tiene yacimientos fácilmente explotables, tiene la ventaja de una legislación abierta que promueve la inversión productiva. Mientras esto ocurra, los trabajadores mexicanos tendrán que seguir cruzando la frontera para trabajar en una industria petrolera dinámica porque en México un dogma ha reservado este campo a un monopolio gubernamental.
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