versión móvil

lunes, 19 de octubre de 2009

La espera


La recordaba claramente. Le llamó la atención porque desde que entró se le notaba sumamente nerviosa. Lo primero que hizo fue acercarse a la caja en la que él atendía y pretendió pagar su recibo. Era obvio que tenía prisa, tenía que llegar a tiempo a trabajar. El recibo había vencido un día antes y él sabía perfectamente que podía recibirle el pago, pero por alguna razón le indicó que debería pasar al escritorio de aclaraciones para que le elaboraran un nuevo recibo. Él sabía perfectamente que no había necesidad de complicarle las cosas pero algún inexplicable instinto le impelía a hacerlo, como si alguna soterrada parte de su mente disfrutara generando esa frustación. Cuando vio su rostro angustiado y cuando la vio ir a tomar su turno en la poblada fila de aclaraciones, experimentó una mezcla de compasión y de perverso placer. Como había tiempo y nada que hacer, recordó otra anécdota. Era un adulto mayor, eufemismo acuñado para referirse a los ancianos, eufemismo acuñado para no llamarlos viejos. Le costaba avanzar con su bastón de madera con cabeza de perro o algo así. Vio cuando el policía auxiliar le indicaba la fila de cajas. Cuando llegó a la ventanilla recuerda perfectamente cómo antes de que el anciano le preguntara algo, él ya tenía el "no" para disparar. Había que hacer la aclaración correspondiente, le dijo, porque el recibo tenía modificada la cantidad manualmente. Mansamente el anciano se formó en aclaraciones y en un cálculo rápido concluyó que, por el número de personas en espera y la hora, el servicio concluiría cinco o seis personas antes que el viejo, quien tendría que regresar mañana. Estaba por evocar otra anécdota cuando fue interrumpido por la voz del encargado del módulo de liquidaciones: se había colapsado el sistema y habría que regresar al día siguiente. De nada sirvió que él y otros como él hubieran recibido su ficha a las ocho de la mañana y llevaran seis horas esperando, no hay sistema y si quieren recibir su liquidación como extrabajadores de Luz y Fuerza, tendrían que regresar al día siguiente a primera hora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Extraordinario trabajo ó parodía al pensamiento y sobre todo actuar, de los ya conocidos extrabajadores de luz y fuerza; y ni que decir de los burocratas de oficina.
Que levante la mano a quien no le haya tocado una situación parecida a las expuestas en este artículo.
Felicidades.