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lunes, 23 de marzo de 2009

Que me lleve la risteza.





La trova, la bohemia y sus secuaces estamos de luto. A sus muy, pero muy prematuros cincuenta y cinco años dejó de existir el día de ayer Marcial Alejandro. Decir que un creador, un artista no es comercial es pretender erigir una apología barata en un muy discutible afán de reivindicación idealista. Todos, médicos, abogados, asesinos, políticos, tienen, tenemos una agenda que pasa por la consecución de la chuleta, no nos engañemos; pero aún así, hay jerarquías y Marcial se ubica en las más elevadas. El año de 1985 marca su acceso a las alturas al ganar el Festival Internacional OTI en Sevilla España (previamente y como es obvio había ganado el OTI nacional) con la inenarrable interpretación de una de las mejores voces que tenemos, Eugenia ("la bien nacida") León. Poeta sin pretensiones pero sobre todo músico a cabalidad y con entusiasmo, su partida no nos deja más opción que regresar, esta misma semana de ser posible, a la entrañable "Guadalupana" de Coyoacán (si algún guadalupanismo me permite mi ateísmo militante es inevitablemente coyoacanense) a brindar con un tequila y unas albóndigas a la memoria de Marcial (qué pena de su deplorable tocayo pederasta y drogadicto) Alejandro. Que me lleve la tristeza.

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